Del poeta Angel Luis Romo, del libro "Se diría que nadie" , Ediciones Vitruvio.
SAN RAFAEL
Me das San Rafael esa sonrisa
que el sol, cuando amanece, nos reclama.
Me das la renovada, eterna brisa
que mece de tus árboles las ramas.
Tus cumbres son abrigo y centinela.
pulmón enorme de aire que mantiene
continuamente fresca, en duermevela,
la flora que te cubre y te contiene.
Su verde manto es germen de la vida
de un pueblo recogido en sus laderas,
con gentes entregadas y orgullosas,
que saben de bellezas escondidas,
de paz, de olor a savia y a madera,
de tu naturaleza prodigiosa.
¡TAN CHICO!
El mar de fondo, las olas
rumoreando,
la luz, reflejos.
Han traído los chopitos
en una fuente,
y ese tinto de verano
fresquito.
La playa, que ahora quema
la sombra bajo el cañizo,
la paz, el suave murmullo.
Así percibo la calma
de sobremesa,
como un arrullo.
¡Qué pena de pescaíto
tan chico!
¡Qué pena; pero qué rico!
Las horas así no pasan,
el tiempo muerto,
y el sol, mirando.
Ha gritado el camarero:
¡la cuenta, siete!
ya les invita la casa
chupito...
La playa, que reverbera
con los efectos del tinto.
Pocas ganas de moverse.
La sobremesa
¡qué dulce arrullo!
¡Lástima de pescaíto
tan chico!
¡Lástima; pero qué rico!
EN EL PARQUE
El ecuador de la tarde es pisado
por zapatos diminutos, cordones
desabrochados. La nube de polvo
filtra los rayos de un sol que se apaga.
Los pequeños, en un coro de gritos
atiplados, corretean -abierta
la boca y ancha sonrisa de dientes
al descubierto-, entre las formas plásticas
de colores estridentes. La vida
los lleva en un vuelo dulce y frenético.
¡NI UN DÍA SIN POESÍA!
¡QUE SEÁIS FELICES!
